En las calles y en el interior de las casas centenarias del Raval del Sastre de Fonollosa, se recrea la vida a labrador de hace más de un siglo y el pesebre con la participación de unas 200 personas. Una mirada hacia nuestros orígenes y costumbres rurales a menudo olvidadas. Con el cariño hacia la tierra, en medio de una noche quieta y fría, una estrella nos hace luz, y el calor de unos campesinos y campesinas nos anuncian que debemos abrir las puertas a la imaginación.
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